jueves, 10 de diciembre de 2020

LUCHAS ENTRE ROMANOS Y TURMOGOS EN OLMILLOS DE SASAMON

    Sorprende que todavía hoy se realicen descubrimientos históricos que cambien los conocimientos que teníamos de lo que pasó dos mil años atrás en nuestra extensa Comarca Odra-Pisuerga. Según publicó recientemente el periódico El País, parece ser que las huestes romanas que llegaron por estas tierras sobre el 29 a.C. tuvieron más dificultades de lo previsto para hacerse con nuestro territorio. No solo en Amaya, sino que también el pueblo Turmogo presento resistencia en el Cerro Castarreño donde se ubican los restos del 'oppidum' celta de Olmillos de Sasamón. 

    Aquí está el enlace para quienes quieran ver el texto original completo: https://elpais.com/cultura/2020-09-14/la-tecnologia-devuelve-el-honor-a-los-celtas.html?rel=listapoyo

    A modo de resumen, las nuevas investigaciones por un equipo internacional demuestran que el pueblo turmogo no se rindió ante las legiones romanas, sino que presentó batalla en los campos de Burgos. 

    Roma siempre hacía la misma proposición a los pueblos de Hispania que se encontraba en su avance: rendición o muerte. Así que los turmogos —un pueblo de origen céltico que habitaba, entre otras, una ciudad fortificada (oppidum) sobre una colina del actual municipio de Olmillos de Sasamón (Burgos)-, tuvieron que decidir. Y decidieron rendirse sin luchar, según ha mantenido siempre la historiografía clásica y se enseña en las universidades. Abandonaron pacíficamente así su oppidum en el cerro Castarreño y se establecieron en la ciudad romana de Segisamo (actual Ayuntamiento de Sasamón), a unos dos kilómetros de distancia de su otero. Sin embargo, esta historia no es cierta.

Cerro Castarreño en Olmillos de Sasamón.
    Las nuevas tecnologías arqueológicas —teledetección por infrarrojos, imágenes satelitales, reconstrucciones en 3D a partir de drones, radares que penetran en el terreno o el empleo del sistema LIDAR (radiografía del terreno mediante láser)— señalan en otra dirección: los turmogos fueron valientes y ofrecieron batalla a las tropas romanas, posiblemente a las que encabezaba el mismísimo César Augusto, que había desembarcado en la Península para acabar con las revueltas de las tribus cántabras (29 al 19 a.C). 
    
    Y es que los romanos solo consiguieron pacificar la campiña de Sasamón, en la comarca del Odra-Pisuerga, a finales del siglo I antes de Cristo, y eso que llevaban en Hispania desde el 218, cuando arribaron a Ampurias (Girona) para combatir a los cartagineses. No obstante, su expansión por lo que hoy es el norte de la provincia de Burgos obligó a los indígenas a abandonar sus poblados fortificados y habitar forzosamente las nuevas ciudades fundadas en los llanos por los hijos de Roma. 

    La investigación con los trabajos de campo que se han llevado a cabo en la comarca (entre el 19 de agosto y el 3 de septiembre pasados) buscaban responder a la pregunta: “¿Se trató de una transición pacífica como señalan los textos clásicos para esta ciudad celta?" 

    Para hallar la respuesta, arqueólogos procedentes del Reino Unido, República Checa, Alemania, Holanda, Portugal, Estados Unidos, España, Bulgaria e Italia han venido estudiando desde 2017 dos campamentos militares romanos próximos (Carrecastro y Santa Eulalia), además del cerro turmogo, así como el subsuelo del actual municipio de Sasamón. En este último caso, los expertos usaron técnicas de prospección geofísica y generaron cartografías a partir de fotografías tomadas por drones. 

    Con estos datos preliminares, decidieron abrir una trinchera en el espolón septentrional del oppidum celta y descubrieron “un potente foso de 2,5 metros de profundidad” acompañado de un talud de grandes rocas. Allí, aparecieron ante ellos cerámicas y numerosos huesos de animales domésticos y salvajes, pero también hallaron objetos de metal turmogos y del ejército romano –una punta de flecha trilobulada y diversas tachuelas de calzado-, lo que podría indicar que “el abandono del poblado no fue pacífico”, sino que los célticos ofrecieron resistencia. 

    Para comprobar esta hipótesis, los arqueólogos volvieron a realizar otros dos sondeos ya en el interior del oppidum. Los “resultados son concluyentes”: cerámicas indígenas fragmentadas, numerosos huesos animales (incluidos caballos) y las omnipresentes tachuelas de las botas de los legionarios romanos. “Sin duda, restos de una lucha a muerte”. 

    En lo que se refiere a la ciudad romana de Segisamo, en la llanura, adonde fueron a instalarse los supervivientes celtas tras la lucha, los trabajos de fotografía aérea han desvelado “la impronta de sus calles y edificios. Algunos de estos espacios fueron residencias privadas al gusto mediterráneo, con viviendas dispuestas en torno a atrios y pórticos columnados, "mientras que otros edificios serían posiblemente construcciones públicas ubicadas en las partes más altas”, se lee en el estudio arqueológico. 

    Entre el material arqueológico recuperado hasta el momento, se enumeran numerosas vasijas, restos de decoración arquitectónica —hermosos frisos, antefijas, restos de pequeñas pilas de agua…— y un pequeño altar romano relacionado con el culto doméstico a los ancestros y dioses protectores del hogar. “Todas estas evidencias muestran el elevado grado de refinamiento que alcanzó la ciudad”. 

    La intervención de campo de este verano (financiada por la Diputación de Burgos, la Junta de Castilla y León, y los Ayuntamientos de Sasamón y Olmillos de Sasamón) está cerrada, pero se preparan futuras campañas. Aún quedan por excavar sistemáticamente los campamentos romanos que sitiaron a los celtas, la ciudad donde fueron obligados a establecerse tras perder la guerra y seguir explorando el oppidum de los turmogos a los que la tecnología les ha devuelto el honor que nunca perdieron.

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