martes, 26 de abril de 2011

LA TORRE. SEGUNDA PARTE


Trabajadores de la torre a princio de los 80.
      Las nuevas instalaciones de TV permitieron un nuevo impulso a la mejora de las condiciones de vida de los habitantes de Coculina, tanto por acercar la televisión a sus hogares como permitir a varios vecinos poder trabajar en la misma como vigilantes jurados. Eutímio, Lucio o Suceso fueron contratados a tal efecto permitiendo que familias no dependiesen únicamente de las tareas agrarias. Ayudó por lo menos a fijar durante un tiempo la población ya maltrecha por la migración a las ciudades sufrida en los años setenta.
     Durante turnos de tres días íntegros estaban en la torre realizando las labores de vigilancia y otros trabajos, descansando otros nueve lo que permitía atender a las labores del campo. Compartían con técnicos, que velaban por el buen funcionamiento de los aparatos, el reducido espacio de las instalaciones.
      Era curioso que por las noches el potente foco que tenia la torre, proyectaba luz que iluminaba tenuemente las calles del pueblo antes de la llegada del alumbrado público.
      Así pasaron los años hasta que llegó el momento de la jubilación, no llegando a reponerse dichos puestos de trabajo, y con el avance de la tecnología la torré quedó deshabitada a finales de los ochenta, realizando desde entonces a distancia el control y supervisión del funcionamiento de la torre.

      Como ironía del destino, llegaron nuevos tiempos y con el apagón digital del 2010 y la llegada de la TDT, Coculina sufrió tener que quedarse sin servicio de televisión al estar en zona de sombra de las emisiones.  
       Durante años, Coculina  fué solidaria con las administraciones y ha servido la señal de televisión, pero las administraciones más fuertes dieron la espalda al pueblo. Tanto el Gobierno central y la Junta de Castilla y León no han hecho nada para solucionar el problema. La única solución que ofrecian era que cada uno se arregle las cosas individualmente. La conciencia colectiva cada vez es menos valorada por los gobiernos y acaban por hacer bueno aquello de que cada uno arrime el ascua a su sardina. La única salida para que estos pueblos accediesen a la señal era hacerlo vía satélite, comprando la parabólica y los equipos, al margen del coste de la instalación, pagar 170 euros, si están empadronados o 475, si no lo están, además de un extra de 280 por un segundo televisor y sucesivos.
       Sólo la Diputación Provincial de Burgos tuvo un mínimo de sensibilidad cediendo una caseta del repetidor para permitir alojar los equipos y ubicar allí un repetidor de señal que tomará del de Olmillos de Sasamón los canales de televisión. Pero claro, todo eso cuesta un dinero del que los pueblos apenas disponen. Para que la dicha solución fuese más económica, Coculina y Acedillo compartirian gastos, nada menos que diez mil euros costaría la broma a las dos pedanías 
     Y después de varios meses solo recibiendo algún canal público y en precarias condiciones, gracias al tesón y constancia de su alcaldesa pudo retornar la televisión a Coculina, aunque no de la manera más óptima posible y sufriendo la indiferencia y abandono de las administraciones.

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